Visita a Santa Cruz de la Sierra


Detalle de baldosas recicladas en el mostrador del café República. Foto
Fotos ©BA Inspiration

Pasar cinco semanas en Bolivia es pasar cinco semanas en diez países diferentes. Lo que cambia no es sólo el color de los paisajes (los verdes secos y azules del altiplano, los marrones grisáceos del desierto, los verdes húmedos de la selva), sino la realidad socio económica y las actitudes de los habitantes.

Las opiniones a favor y en contra de un gobierno pueden encontrarse en cualquier país, y en casi todas las naciones ciertas posiciones tienen ubicación geográfica. Pero en Bolivia los matices y la desorganización son tales que, aún habiendo visitado siete puntos bastante disímiles entre sí, sentí que me fui sin entender nada.

Excepto por Santa Cruz de la Sierra: la ciudad más grande del país, que da la espalda al resto sin remordimientos ni disculpas, con aspiraciones claramente cosmopolitas que otros centros urbanos como La Paz no tienen. Las personas con las que hablé en diferentes puntos del país coincidieron en un solo punto: calificar a sus habitantes de engreídos y egocéntricos. Con un sólo vistazo al centro de la ciudad, que refleja la prosperidad de la industrialización, no es difícil entender por qué.

Plaza 24 de septiembre

Dando la bienvenida en el centro está la Plaza 24 de septiembre, una de las más hermosas que he visto en este viaje. Dicen las guías turísticas que tiene más de 400 años, aunque placas en los bancos con el nombre de la gestión de un intendente reciente indican que fue remodelada hace poco.

Además de la densa vegetación de palmeras y arbustos que la puebla y los edificios históricos que la rodean, un punto destacable es que está cerrada al tráfico por dos de sus caras, lo cual genera gran comodidad peatonal que se traduce en una vida constante de día y noche.

Gobierna la vista la Catedral Metropolitana Basílica de San Lorenzo, cuya cobertura de ladrillos tiene una modernidad que parece más reciente que su fecha de refacción (1838 o 1845, según la publicación que se lea).

Dicen las enciclopedias que el arquitecto francés que la proyectó, Felipe Bertrés, hizo también la Catedral de Salta, Argentina. Las bóvedas de madera, la luz y los colores de su interior crean una calidez no muy típica de las iglesias que conozco.

Como los clubes sociales antiguos me generan un romanticismo algo cliché, de las construcciones históricas que abundan alrededor de la plaza la que más me cautivó fue el Club 24 de Septiembre, que visitamos brevemente ya que estaba cerrado por las festividades de Pascua.

Club social 24 de septiembre en Santa Cruz de la Sierra. Foto

Pared de presidentes del Club social 24 de septiembre en Santa Cruz de la Sierra. Foto

Cine Palace

Una obra que parece más europea que latinoamericana, también frente a la plaza, es el Cine Palace: antiguo teatro de 1920 que fue refaccionado a nuevo en su edificio original alrededor de 2010.

Digo que no parece de estos pagos porque todas las ciudades latinas hemos pecado en adoptar el modelo de cineplex norteamericano, y sólo ahora en países europeos se está rescatando el encanto del cine old school.

A su lado y dentro del mismo edificio está el elegante bistró Mosaico, con terraza a la plaza.

República

Ninguna ciudad que se precie de cosmopolita está completa sin su café y tienda de diseño. Este lugar en Santa Cruz lo ocupa República y Elay.

Lejos de querer presentarse como únicos, estos espacios hacen gala de la fusión de elementos de la que están compuestos. “República hace mención a algo que somos y que a la vez no”, dice la carta de presentación del café/bar.

Cuando visitábamos estos lugares me preguntaba si este tipo de café no se ha convertido en una nueva clase de cadena de comida rápida: sus expresiones alrededor del mundo más o menos parecidas, uno entrando con la certeza de que, como mínimo, va a encontrar un sandwich caprese. Lo mismo con las tiendas: en todas una variedad de souvenirs irónicos a un precio modesto para poder llevar la anécdota a casa.

Aunque este fuera el caso, me gusta cuando veo en los espacios una intención por incorporar identidad, aunque más no sea invitando a artistas locales a exponer su trabajo, mezclando recetas e ingredientes nativos en el menú, o vendiendo ediciones de escritores contemporáneos y fanzines que se piensan a sí mismos.

Por otro lado, en Bolivia las diferencias de precios y de servicio entre los restaurantes o mercados locales y las cadenas internacionales son tan exhorbitantes, que incluso un bar moderno se despega de la globalización real por leguas.

Me gustaría haber recorrido más de Santa Cruz, pero las ventanas horarias de las tiendas, museos y atractivos institucionales eran tan mínimas que llegar a las puertas y encontrarlas abiertas era una rareza. Sin embargo, esa plaza y las galerías de madera coloniales de las calles se me quedaron pegadas con cariño.

Próximas paradas en el tour latinoamericano: Lima, Quito, Bogotá y Medellín. Si tienen recomendaciones, muy bienvenidas.

Antes:
Paseo por Asunción del Paraguay

Links:
Cine Palace
República
Elay


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