Para el fin de semana: Bosque, muestra de Alejandro Musich en el CCSM

Fotos: Paula Alvarado.

Hace un tiempo leía en Wallpaper que en algunos países de occidente la última “tendencia” es la taxidermia. Con todo lo en contra que puedo estar de tener un animal muerto dentro de tu casa, puedo entender que en un mundo tan vacío de contenido como el que estamos, encontremos fascinación en los animales.

Es quizás eso lo que me atrajo de los cuadros de Alejandro Musich, que hasta este domingo 31 de mayo presenta su primera muestra individual en el Centro Cultural San Martín. “Estas imágenes remiten a una época en la que los hombres tenían contacto con la naturaleza y reconocían algo superior en ella”, explica Musich. Algo de grandeza, belleza y temor, algo inquietante pero al mismo tiempo de paz.

Para entender un poco más qué hay detrás de estos bosques y saber más de su carrera, me encontré con Musich, que agregó mucho más significado a la muestra y aportó opiniones sobre el arte en Buenos Aires, además de mostrarse gran conocedor de la ciudad y compartir sus rincones favoritos. A continuación, sus palabras.

BA Inspiration (BAI): ¿De dónde vienen estos bosques y animales que componen la exposición?
Alejandro Musich (AM): Antes pensaba que estaba retratando un bosque de la estepa rusa y que todo pasaba allí con figuras míticas, imaginaba algo pre-humano quizá. Pero ahora creo que estas imágenes remiten más a una época en la que los hombres tenían contacto con la naturaleza y reconocían algo superior en ella. Eso es un respeto que ahora se perdió. Algunos conceptos que relaciono con esta muestra son silencio e intensidad, belleza y misterio, melancolía, algo épico, glorioso.

BAI: ¿Hay algo en tu historia relacionado a los bosques que haya influenciado esto?
AM: Por un lado, de chico no me gustaba salir a la ruta y ver esos colores grises y marrones que caracterizan a los alrededores de Buenos Aires. Pero más específicamente, cuando en un momento recibí de regalo un libro de ilustraciones de tipo folklore ruso, con dibujos que en algunos casos daban mucho miedo. Recuerdo uno de una bruja, por ejemplo. Y recuerdo que me gustaba mucho este cosmos donde se reunían animales, brujas y mucho verde. O sea, el bosque no como un entorno naïf, sino como algo oscuro.

BAI: ¿Qué buscás que transmitan tus obras?
AM: Supongo que me gusta que las obras te relajen y que puedas quedarte mirándolas. Mis pinturas empiezan y terminan allí, son un todo. Venimos de un mundo con mucho estrés, falta de atención y cosas terribles, y me gusta que las obras tengan un pequeño cosmos que te saque del entorno, que vaya para otro lado.

BAI: ¿Cómo ves el ámbito del arte en Buenos Aires?, ¿qué te interesa en este momento de lo que hacen otras personas?
AM: La verdad me cuesta mucho interesarme por algo en particular. Cuando estás en el medio ves mucho y no es tan fácil encontrar cosas realmente buenas, pero en este momento me interesa la maestría, esa cosa renacentista de la perfección, de ver algo y que te des cuenta de que tiene muchas horas de trabajo encima. Desafortunadamente, no es tan fácil para un artista local poder dedicarle tanto tiempo a los trabajos porque la situación no es la misma que en países europeos.

BAI: Además de pintar sos psicólogo, ¿cómo fue tu pase a la pintura y formación?
AM: Ya cuando me encontraba estudiando la carrera de psicología me di cuenta de que no iba a poder ejercer, que no tenía ganas de hacer eso. Así que después de estar un tiempo viajando y trabajando en periodismo, empecé a pintar en óleo. Luego, un día entré a un taller en el Centro Cultural Rojas y me apasioné por la pintura con tinta china. Estuve estudiando por algunos meses en clases particulares con una artista de origen chino y fue una experiencia muy interesante, pero desgastante también. Más tarde entré al taller de Nahuel Vecinoy, desde allí comencé a formar más mi visión. Hoy además de pintar trabajo en una ONG, la fundación Ernesto Sábato.

BAI: ¿Qué pensás que le aporta ese trabajo a tu obra?
AM: Creo que el mundo del arte muchas veces se queda sólo en un sector muy acotado de las clases medias-altas y se aleja de las realidades más cotidianas. La fundación me sirve para conectarme con gente muy alejada de todo lo que estoy acostumbrado a ver.

BAI: Finalmente, ¿vivís en Buenos Aires?, ¿qué es lo que más te gusta de la ciudad?, ¿cuál es tu rincón/tienda/restó favorito?
AM: Sí vivo en Buenos Aires. Siempre fui muy ‘callejero’ y tengo muchos lugares que me gustan. De bares, destaco Los Gallegos en Bonpland y Honduras (Palermo) y La Giralda (Av. Corrientes 1453) en invierno. Me gustan las tiendas y librerías de todo tipo, casas de tortas y panaderías con buen pan y facturas, y los mercados de las plazas, que tienen muchas frutas y verduras a buenos precios.

Algunos de mis lugares favoritos de la ciudad son Plaza Chile en junio (tiene muchos ginkos que se ponen amarillos y es supremo), Palermo cuando los jacarandás están en flor (especialmente las noches de verano en las que sopla viento que hace caer las flores), el edificio Estrugamou (en Juncal y Esmeralda, que tiene una serie de balcones y terrazas que dan ganas de vivir ahí y una copia de la Victoria Alada de Samotracia), un tramo de la calle paralela a Córdoba hacia Warnes donde están las caballerizas de los mateos, y el edificio inglés de ladrillo en Cabello y República Arabe Siria (Botánico), por mencionar algunos.

Me gustan las calles empedradas, con poca gente y sin ruido. Entre los planes de remodelación y achicado de esquinas, y la cantidad de gente que somos en la ciudad, a veces es difícil disfrutar de todo eso. Ahí realmente va muy bien madrugar y salir a dar vueltas. O trasnochar e ídem.

La muestra de Alejandro Musich se puede visitar hasta este domingo 31 de mayo de 15 a 20 en la Sala 2 del Centro Cultural General San Martín (Sarmiento 1551) con entrada gratuita.

Más fotos y links abajo (click en las imágenes para verlas más grandes).

Links:
Alejandro Musich en Proyecto Panda
Muestra en el Centro Cultural San Martín