Grandes valores de Mar del Plata


Dos viajes a Mar del Plata este año renovaron por completo mi confeso amor por la ciudad, en particular por estas cuatro razones.

La re-apertura de La casa del puente

Conocía vagamente el proyecto de la famosa Casa sobre el arroyo o Casa del puente de Amancio Williams, pero este año me sumergí en su historia y en su profunda justificación conceptual gracias a Amancio Williams, la película (excelente documental pasado en Bafici que se estrena en el Cultural San Martín la semana que viene). Y me terminé de enamorar perdidamente de ella al poder recorrerla por dentro y fuera, gracias a que fue adquirida por la Municipalidad de General Pueyrredón para convertirla en museo.

Más que arquitecto, Williams era un pensador, un filósofo de la arquitectura y el urbanismo. Son tanto o más interesantes los proyectos que no construyó que los pocos que sí concretó. “La arquitectura es una de las formas más completas en que una época puede manifestarse, porque es la resultante de dos grandes fuerzas: el espíritu de la época y los recursos con los que ella cuenta”, escribió a su hermano Mario Williams en una extensa carta que respaldaba su proyecto para una casa en el Parque Pereyra Iraola.

La casa del puente es justamente una materialización utópica de todo su bagaje intelectual. Fue concebida como una forma que no anulara a la naturaleza (“la casa está sobre el accidente principal, donde la naturaleza tiene su mayor lirismo”), como una forma que fuera a la vez estructura, y con una experimentación exhaustiva para buscar la perfección de los materiales.

Puede resultar algo triste ver fotografías de los interiores de la casa en su época de esplendor contrapuestos con los interiores quemados, pintados y derruidos actuales, pero más que lo que falta yo lo que veo es lo que permanece imponente y bello: inspiración pura para volver a buscar la calidad y durabilidad de cualquier cosa que uno haga frente al baratismo y obsolescencia planificada que reina nuestro tiempo.

El encanto invernal de la Rambla Casino

La Rambla Casino o promenade que antecede a la Playa Bristol es la imagen de mayor pesadilla o la más aspiracional de Mar del Plata, de acuerdo a la época en que se la visite. En verano es el punto neurálgico de las masas, donde se generan situaciones bovinas que anulan toda sensación de individualidad. Pero fuera de temporada caminar por estas veredas gigantescas al lado del complejo diseñado por Alejandro Bustillo es exactamente lo contrario: una experiencia flâneur egocéntrica y lujosa.

Ésta se completa entrando al renovado Gran Hotel Provincial, con sus murales de César Bustillo (hijo del arquitecto) y salones de ventanales gigantes al mar.

Las nuevas cajas marinas

Que una obra ganadora de un concurso de arquitectura termine construyéndose en Argentina es un hito, y más si se trata de un museo de nivel internacional en la Costa Atlántica. Pero el Museo de Arte Contemporáneo de la Provincia de Buenos Aires en Mar del Plata (MAR) no sólo superó el estado de proyecto: tiene carácter suficiente para volverse el centro que se propone ser.

Según la memoria descriptiva del estudio Monoblock, el museo se presenta como grandes rocas de cara al mar, planteando a la vez una nueva centralidad al norte de la ciudad y un nuevo ícono en el perfil costero. Aunque este tipo de propuestas conceptuales de los arquitectos pueden quedarse inertes si los espacios no son apropiados de la forma esperada, mi impresión al visitar el museo en dos horarios diferentes fue justamente el comprobar cómo la obra estaba siendo apropiada, integrada a la ciudad.

No es menor la ubicación de la confitería en la planta baja (una sucursal de La Fonte D’Oro con interiorismo fresco), que ofrece una vista al mar cercana y conectada con el suelo.

La cena obligada

Cuando pasa un tiempo largo en el que no vamos a Mar del Plata, con co-protagonista empezamos a sospechar que la pizza de Mambrú quizá no era tan buena, que quizás era más bien una creación nostálgica desproporcionada de nuestras cabezas. Pero cuando finalmente logramos esa cena cada año o cada dos años, nos vamos con la fantasía reforzada.

Este pequeño restaurante tiene un menú acotado (pizzas y hamburguesas), una sola sucursal (Avenida Libertad 3321), y abre solamente a la noche. Desde la primera vez que fui, alrededor de 2006, siempre lo vi atendido por las mismas personas y desbordado los fines de semana. Su simplicidad es tan testaruda como adorable. Es nuestra cena imprescindible en la ciudad y lo recomiendo fervientemente.

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