Motivada por la muestra de David LaChapelle, el último fin de semana fui al Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) y me choqué con la de Alfredo Volpi, un pintor italiano pero que pasó toda su vida en Brasil.
Lo que más me llamó la atención de este personaje fue que, según comenta Olívio Tavares de Araújo en los textos que acompañaban la exposición, al no contar con los recursos necesarios para formarse, viajar y seguir las tendencias europeas, Volpi “tuvo que ir descubriendo e inventando todo por sí mismo” por lo que “la modernidad de su obra madura resultó de una evolución interna dentro de su propio lenguaje”.
Esto, que en forma de enunciado puede sonar poco impactante, era absolutamente imponente en la muestra. Porque de cuadros un poco chatos de escenas populares el pintor iba mudando los trazos a formas cada vez más abstractas hasta llegar a la temática y simbología que lo identificó hasta el momento de su muerte y que caracterizó su última obra: composiciones de fachadas y ‘banderitas’ (en el extendido, la evolución).
Pero si bien el estilo de Volpi podía tener algún punto en común con el movimiento concreto (que veía el arte como producto y no como expresión) que se gestaba en los años ’50, señala Tavares de Araújo en sus textos, “el proyecto extremadamente intelectualizado de los concretos chocaba por completo con los fundamentos existenciales de la pintura de Volpi, así como con su conciencia obrera. El ex pintor y decorador siguió siendo un artesano hasta su muerte”, dice el curador. Este aspecto de su pintura se refleja en el hecho de que nunca quiso usar reglas y que sus colores siempre mantuvieron tonos cálidos y humanos.
Además de apreciar la estética de sus pinturas, de todo esto rescato el que una persona pueda tener un desarrollo paralelo al de los tiempos pero sin conceptualizarlo en su cabeza. Que tenga la sensibilidad para simplemente seguir su desarrollo sin preocuparse por las tendencias del momento y aún así llegar más lejos que los demás. Es esto lo que encontré fascinante de este pintor (no digo que sea el primero ni el último en ser así, es solamente un claro ejemplo).
Así que recomiendo fervientemente esta exposición. Como anécdota que me pareció también interesante, destaco las figuras religiosas: como Volpi creía que Dios era una construcción del hombre pero de todas formas debía hacer este tipo de encargos, sus retratos de vírgenes son algo irreales, aparentemente inocentes pero con la sabiduría del pintor por detrás.
Alfredo Volpi: 50 años de Pintura. Hasta el 14 de mayo en Malba. Avda. Figueroa Alcorta 3415, C1425CLA, Buenos Aires.
Jueves a Lunes y feriados de 12:00 a 20:00. Miércoles hasta las 21:00 y entrada libre y gratuita. Martes cerrado. Entrada general: $12. Docentes y mayores de 65 años: $6. Discapacitados, estudiantes (secundarios, terciarios y universitarios), jubilados y menores de 12 años: gratis.
::Alfredo Volpi en Malba ::Alfredo Volpi en Wikipedia
Imágenes de Arteweb Brasil
6 responses to “Alfredo Volpi en el Malba”
S2[GREEN]
santiago
sao todos muitos legais e iportantes para nos nao so para nos para o munto todo
страсть к оружию. Clovis, Hugiies и Dumaire любили стрелять в цель, Raymond
в Париже ходила всегда вооруженная кинжалом и револьвером и эту привычку
носить с собою оружие вывезла из Гавайи, где все женщины носят постоянно при
себе оружие. Souhine отличалась, по мнению свидетелей, гордым, энергичным,
решительным характером. Dumaire обнаружила, по наблюдению Batailles, во
ESTAS FOTOS ESTAN INPRESONANTE
otimo trabalho