Hay espacios de Buenos Aires que me generan sentimientos encontrados: por un lado, quisiera que cambiaran, que fueran restaurados o acondicionados para servir como coqueto marco para muestras, conciertos y eventos culturales; por otro, quisiera que se quedaran quietos, anónimos en su rincón para no perder nada del encanto ruinoso que tiene el concreto cuando la naturaleza y el tiempo avanzan sin cuidado.
El Museo de Calcos y Escultura Comparada “Ernesto de la Cárcova” es uno de ellos.
Inaugurado en 1928, alberga una colección de copias de esculturas consideradas obras maestras del arte clásico, expuestas tanto para la apreciación del público como para la educación de los alumnos de la Escuela Superior de Bellas Artes.
Sin embargo, más que el museo, lo mágico de este lugar que se esconde en Puerto Madero/Costanera Sur (a unas cuadras de la antigua Cervecería Munich) es lo que lo rodea: una serie de estudios semi-abandonados de escultores, pintores y escenógrafos, todos con ventanales abiertos a un parque de árboles centenarios.
Pensar lo que debió haber sido/debe ser trabajar en este contexto, al mismo tiempo estando a metros del pleno centro de la ciudad, es lidiar con un poco de envidia.
Lo hermoso del espacio es que es abierto, e invita a sentarse con mate y un libro a dejarse sedar por el sonido acuoso de la fuente y el twiteo de los pajaritos.
Un giro interesante de la colección al momento de mi visita fue la yuxtaposición de obras de artistas contemporáneos en diálogo con las clásicas, y en especial el contraste creado por las esculturas reminiscentes a Transformers de Ernesto Arellano.
El Museo de Calcos y Escultura Comparada ‘Ernesto de la Cárcova’ (Elvira Rawson de Dellepiane, a metros de Av. España, en Puerto Madero/Costanera Sur) abre de martes a domingos, en invierno de 10:00 a 18:00 y en verano de 11:00 a 19:00, con una entrada contribución de 10 pesos.
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Museo de Calcos y Escultura Comparada “Ernesto de la Cárcova”