Conocí la residencia de artistas, hospedaje y “espacio de procesos artísticos” marplatense Mundo Dios no por alguna de las varias notas que han circulado en todos los medios con algún tipo de vinculación con el público veinti-treintañero, sino por un comentario de los vecinos Felix y Babún, que bailaron allí con el grupo Choclito el año pasado.
Y cuando este año mi coprotagonista quiso pasar su cumpleaños en Mar del Plata éste fue una buena alternativa al circuito que solíamos hacer, sumando puntos porque nos permitieron ir con Juani.
Resulta difícil agregar algo a lo que ya se ha dicho del lugar y del proyecto: la historia del edificio, construido en 1912 por la empresa francesa que levantó el puerto de la ciudad para albergar a sus oficinas, y la del cabaret de abajo, las cuenta bien Radar.
Lo que puedo decir es que en un principio me intimidaba un poco la llegada: la zona portuaria tiene un feeling bastante diferente a las áreas más turísticas de Mar del Plata, la construcción es un mastodonte que se impone desde afuera, y por alguna razón me imaginaba a la casa llena de gente y cosas locas sucediendo constantemente. No sé si habrá sido porque era septiembre, pero fue más bien lo contrario: vivimos un silencio y relax muy amables.
La casa tiene una “suite” -que ocupamos nosotros- pequeña pero cómoda cuyo costo fue en septiembre de $150 la noche, y una habitación con camas en altura que funciona tipo hostel cuyo precio era menor. Los baños son compartidos. Alrededor de todas las habitaciones hay obras para frenar y quedarse mirando un rato, en la cocina hay cosas como una licuadora antigua de la empresa GESA (!), y la terraza está amoblada de todo tipo de inventos maderísticos.
Cuando estuvimos nosotros no se organizó ningún evento, pero nos comentaron que suele haber muestras, talleres y fiestas. Con el verano acercándose, si encaran para Mar del Plata vale la pena conocerlo.
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