Aventuras espaciales


Intervención de La Feliz en la Muestra #1 de Monoambiente. Foto
Intervención de La Feliz en la Muestra #1 de Monoambiente. ©Monoambiente

En algún momento de la historia de este blog solía entusiasmarme con las primicias, hablar de proyectos o personajes ‘primero’, si es que eso alguna vez existió. Esto no sólo ya no me interesa: me parece hasta irrelevante en un momento de tanta interconexión en el que las novedades se dan con un like de Facebook o un RT de Twitter.

Lo que sí me atrae es observar el trayecto de las iniciativas, si son fugaces o si van reforzándose gracias a bases sólidas.

Es por esto que no quise comentar la galería de diseño experimental Monoambiente cuando por primera vez hablé de ella con Martín Huberman a principios de 2012; y es por la solidez del proyecto que estoy motivada a hablar de ella ahora, a los pies de la inauguración de su segunda temporada.

Teniendo en cuenta que el rumbo del espacio se desprende de la obra del estudio Normal, su consistencia no es sorpresa.

Fundado por Huberman (quien estudió con Alejandro Sarmiento e hizo investigaciones con Diana Cabeza y Andrea Satlzman) cuando volvió al país luego de pasar una temporada en Arizona, Estados Unidos, la obra de Normal está signada por la experimentación.

Uno de los primeros hits del estudio fue Tender: un sistema de superficies a base de redes y broches de ropa que nunca habría podido nacer de un programa de computación. Estas láminas flexibles texturadas fueron convertidas en lámparas, colgantes y hasta paredes de oficina. Y tendieron un modus operandi: el reinterpretar objetos sin modificar su forma original para crear sistemas que jueguen con el espacio.

Siguieron exploraciones con tejas y canastos: las primeras, para instalaciones de verano en el Centro Cultural Konex y en locales de Tramando; los segundos, para una instalación en el evento Puma Urban Art que luego rodó por calles y barrancas. Más tarde vino BKF+H, que se propuso cuestionar el carácter de ícono de la emblemática silla argentina con estructuras a partir de su base.

La trama que une a los proyectos, como es evidente, es la negación de la virtualidad para consagrar lo material. Normal se ha abocado a bajar ideas a concretos, aunque no desde la lógica tradicional de mercado. Huberman critica el discurso inmobiliario del valor del metro cuadrado y rescata la posición del arquitecto como generador de espacios que movilizan.

Es justamente heredando esta exploración física que Monoambiente se despega de otros espacios de arte de Buenos Aires, abordando en forma práctica temas que parecen casi imprescindibles en un momento en el que las ciudades toman más protagonismo y avanza el cuestionamiento de los espacios en los que vivimos.

Durante 2012, las intenciones que Huberman mencionaba para la galería cuando hablamos se convirtieron en ricos proyectos: cuatro muestras en las que creadores de todos los ámbitos intervinieron el pequeño local de Barrio Parque Los Andes donde funciona la galería con propuestas espaciales propias.

La Feliz estrelló objetos de plazas formando bancos y hamacas con cepillos, Laboratori creó islas metafóricas de pequeños ensayos articulados en madera, Gabriela Horvat instaló esculturales organismos de lana y materiales naturales, Bulla ofreció una mirada sobre los baldíos y los materiales desaprovechados y su posibilidad de renacimiento, y Alexandra Kehayoglou de El Espartano llevó sus pastizales de alfombra que añoran la vieja pampa de Buenos Aires, entre otros.

Para el comienzo de esta nueva temporada, la galería aborda lo textil con presentaciones de Tregua y del más teatral de los diseñadores, Martín Churba. Y, manteniendo el interés, anuncia un calendario que incluye a los chilenos de Andes House (que tuve la oportunidad de visitar en Santiago en 2011) y a los jóvenes y reconocidos arquitectos Adamo-Faiden.

La recomendada inauguración de 2013 es este viernes 17 de mayo en Concepción Arenal 4228. A no tenerle miedo al frío: pequeños calentadores con fuego y tazas de chocolate caliente en la vereda durante aperturas pasadas han demostrado que Monoambiente sabe cuidar los modales.

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