Proyectos desde Río Negro/La Pampa y desde Misiones; creadores que buscando en sus raíces encontraron el horizonte.
Manick Patagonia
Daniel Klundt empezó a hacer juguetes en respuesta a un escenario laboral incierto. La empresa en la que trabajaba ya había guiado a él y a su familia de Bahía Blanca a Bariloche, y amagaba con llevarlos a Río Gallegos cuando decidieron que su hogar no iba a cambiar.
Durante su estadía en la capital de los viajes de egresados, se había conectado con la vida artesanal del sur y fue experimentando con lo manual hasta llegar a los juguetes de madera. Bajo la marca Manick (una conjunción de los nombres de sus hijos y su mujer), crea juguetes algo abstractos que desafían la imaginación de cualquier adulto. Arcos, el reflejado en esta página, es un ejemplo perfecto de esto: una serie de maderas arqueadas en semi círculos que permiten configuraciones cromáticas y morfológicas sin más objetivo que el de ejercitar el cerebro. Más aún, están hechos con madera de reforestación y de descartes, aprovechando hasta el último milímetro de material.
“Hacemos hincapié en el compartir de un adulto con un niño, que el pequeño tenga una experiencia del hacer, compartir, como yo lo hacía con mi abuelo”, contó Klundt a BA Inspiration. “Queremos optimizar la producción para que el juguete de madera llegue a todos, ya que por tener más mano de obra tiende a un costo más alto. Pero tener uno en la mano es volver a volar con la imaginación”.
Sus creaciones se hacían en una fábrica de Bariloche, pero recientemente relocalizó tanto a la producción como a su familia a Ataliva Roca, La Pampa (el pueblo donde creció). El precio sugerido del juguete de la foto arranca en AR$ 450, y se consigue a través de la empresa o en los puntos de venta que suelen comunicar por Fbk (algunos que mencionaron recientemente: Caleidoscopio Juguetes (CABA y Maschwitz), Laboratorio de sueños (CABA), Alparamis Olivos (Gran Bs As), Alaraca (Bariloche). Klundt cuenta que también hacen a pedido juguetes más económicos para que puedan llegar a jardines de infantes, con costos menores a los AR$ 50 por unidad.
Links
www.manickpatagonia.com.ar
Fbk/manickpatagonia
Tractor verde
El nuevo rol de padres llevó a Silvana Cuevas y a Benjamín Fay (cuyos destinos estaban orientados a las letras y a la arquitectura, respectivamente) a recordar su infancia en Misiones, y a pensar qué querían para sus hijos. De ese deseo se fue gestando, en 2003 y desde Buenos Aires, Tractor Verde: un proyecto de juguetes articulados en madera de reforestación y recuperada, con lustres de cera de abeja, pintura no tóxica y packaging 100% biodegradable.
En los primeros intentos pueden verse desde reminiscencias a la ciudad (casas, autitos, profesiones) hasta los animales típicos del imaginario infantil (elefantes, patos, tortugas); pero es la línea más reciente de la marca la que brilla por encima de las anteriores. Y es que en 2007 la pareja y su incipiente familia volvieron a su Misiones natal, más precisamente a Aristóbulo del Valle, y esa conexión con el verde y rojo de la selva los llevó a nuevas formas. Siluetas de hojas y animales autóctonos que nacen cerca de donde esa flora y fauna viven.
“Haber vuelto a Misiones significó una nueva forma de ver las cosas. Nos gusta pensar a la nueva colección como una vuelta a las raíces, a la tierra roja”, cuenta Cuevas. “Fue una decisión difícil alejarse de la ciudad y correr el riesgo de que nuestros clientes no nos siguieran, pero ahora el hecho de ser un producto misionero que representa a la flora y fauna autóctonas suma una historia que nos encanta que sea contada”.
Mi gran favorito es el cuadro con lámpara incluida, en el que una pequeña manivela activa una escena con tucán y hojas tipo costilla de adán (monstera deliciosa): Amor. El tatú carreta también es muy bonito. Se consiguen a través de su tienda online y en puntos de venta en varias zonas del país.